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lunes, 5 de marzo de 2012

Los Tigres Negros

Se acercaban los festejos de  la patrona del  pequeño pueblo de Pampa Hermosa (actual Nuevo Horizonte). En aquellos tiempos se acostumbraba   salir de cacería  15 días antes de las fiestas patronales con la finalidad de abastecer de carne para el banquete y los festejos de celebración de la fiesta patronal donde se estilaba dar de comer y beber gratis a todo el pueblo.

Llamaron a reunión del pueblo para organizar la cacería. Un grupo de 10 personas fueron seleccionadas. El grupo de cazadores se interno en la espesura de la selva  siguiendo el cause ascendente del  Challhuayacu. La otra orilla, todavía inexplorada, era selva virgen. Atraídos por la actividad de la caza decidieron cruzar el río de aguas frías y cristalinas. Después de caminar, por más de una hora, avistaron bajo una enorme roca a dos enormes Tigres Negros que jugaban dándose fingidos zarpazos y mordiscos, aparentaban dos  mansos gatos domésticos.

Interrumpiendo  la observación de la escena, una voz de exclamación retumbo en el bosque - ¡SANTO DIOS, SON TIGRES NEGROS!

Otra voz de susto la siguió -¡HUYAMOS DE ACÁ, QUE DIOS NOS SALVE,  ESTAMOS FRENTE AL MISMO DEMONIO!

  Los cazadores, al observar a los tigres  tan mansos y juguetones, no prestaron crédito a las voces de advertencia.

-Pero…  ¿Por qué hay que temer si son mansos? y hasta nos hacen jugar- Diciendo - Algunos de ellos  acariciaron la cabeza de los tigres y estos movían la cola y se echaban por tierra en señal de sometimiento.

- No amigos - continuo la voz - debemos irnos lo más antes posible. 

-¿Pero por qué? preguntaron todos.  

La  voz, con acento  tembloroso, les volvió a advertir - Amigos estos dos enormes tigres negros en el día son inofensivos y mansos, puedes tocarle, acercarte y  jugar con ellos,  pero al caer la noche se convierten en feroces depredadores. Seguirán sus huellas hasta encontrarlos por más bien escondidos que estén y los  descuartizaran y devoraran, especialmente  vuestro cerebro que es su presa favorita. A estos animales ni las balas de la escopeta podrán matarlos.

- Así que ¡huyamos antes que se acerque la noche!, ¡por todo los cielos les ruego!,  ¡se los suplico!, continuo la voz, convenciendo a medias  a los cazadores.  Ante los ruegos del hombre decidieron  regresar y volvieron a cruzar el   río  cuando  las primeras sombras invadían el río y el bosque. Escogieron para dormir  la protección de  una de las  aletas de un  Yanchama.  El hombre que sabía de la peligrosidad de los tigres negros preparo una chapana en una capirona tierna, larga y delgada y se subió.

Al poco rato de haber subido al árbol, observo a  sus compañeros dormir plácidamente. Los llamo a grandes voces a cada uno por su nombre y ninguno respondía. Pareciera que los tigres emitían un aroma que adormecía y provocaba el sueño. Fue, en aquellos momentos, que los tigres empezaron con su ataque depredador. Presencio atónito y horrorizado, como los tigres iban descuartizando uno a uno a sus compañeros. De un certero zarpazo abrían los cráneos y se daban un lento  festín con los sesos  sangrantes de las víctimas.

El único cazador que se salvo, gracias a la chapana, vivió la peor pesadilla de su vida al ser testigo de tanta atrocidad. Los tigres intentaron vanamente trepar la capirona, cejando su intento solo al amanecer. El sobreviviente pudo bajar de la capirona cuando a los primeros rayos del sol los tigres negros se amansaron y durmieron, sacios de carne humana. Observó los restos de sus compañeros esparcidos alrededor de la Yanchama. Temblando contuvo a duras penas el miedo y aprovechando que los tigres dormían plácidamente, huyó desesperadamente hasta el pueblo de Pampa Hermosa. Al  llegar  relato lo sucedido entre lágrimas y lamentos.

  Al concluir el relato -  dijo - Debemos escondernos esta noche,  los tigres negros siguiendo mis huellas vendrán a buscarme y todos  nosotros estamos en peligro.

- ¡DEBEMOS ESCONDERNOS, SE LOS SUPLICO!- les dijo con voz temblorosa y llorosa.

En efecto, junto con la noche,  los  Tigres Negros llegaron a Pampa Hermosa. Muchas fueron las víctimas que entre gritos desesperados iban desapareciendo del pueblo. La gente para salvarse acordó pernoctar en la iglesia  y así aconteció…

Sin embargo mucha gente de los alrededores que no podían llegar a tiempo a refugiarse, amanecían descuartizados y  esparcidos por el camino.  La llegada de los tigres  alteró las costumbres de los pobladores y ocasiono grandes problemas: No podían pescar, trabajar, ni criar sus animales con tranquilidad. Arriesgaban  sus vidas y la de sus hijos.  Muchos huyeron de allí.

Solo se quedó una anciana,  que  ya no podía  caminar tramos largos. Por las noches se refugiaba en la  iglesia. Los tigres negros, muy hambrientos  rondaban  muchas veces la iglesia  pero no pudieron penetrar la iglesia ni provocarla daño alguno. La anciana vigilaba con cautela el movimiento de los felinos y se dio cuenta que al  amanecer  los Tigres Negros  bebían  en una collpa debajo de un árbol. Entonces se le ocurrió una idea genial: ENVENENAR EL AGUA DE LA COLLPA.

Recolecto las raíces del Barbasco, las machaco y diluyo el zumo en el agua de la collpa.  Al atardecer  fue a refugiarse en la iglesia como de costumbre.  A la mañana siguiente  los Enormes Tigres Negros se acercaron a la collpa, bebieron y   jugaron inocentes e inofensivos y aparentemente durmieron al calor de los primeros  rayos del sol.

La anciana pensando lo peor, que ni siquiera el potente veneno del barbasco podría con ellos.Se preparaba a buscar refugio en la iglesia cuando observó que  los tigres seguían inmóviles. Probó a despertarlos lanzando  un terrón desde  lejos. Los Tigres Negros seguían inmóviles y no volvieron a levantarse jamas.

Es así como la astuta anciana  dio muerte a los feroces Tigres Negros.  La anciana vivió unos años más, lo suficiente  para narrar a cada lugareño o viajero que pasaba por allí esta historia que se mantiene hasta el día de hoy en la tradición oral

Autor: Elger Flores Marchena  www.tocachecity.com

Nota del Autor:
 Esta historia es real.